POEMAS, RESEÑAS DE LIBROS DE POESÍA, TRADUCCIONES, HAIKU.

sábado, 22 de noviembre de 2014

domingo, 16 de noviembre de 2014

domingo, 2 de noviembre de 2014

RAFAEL GUILLEN: TRES POEMAS DE "LOS ESTADOS TRANSPARENTES".




Rafael Guillén (Granada, 1933) ha obtenido el Premio Internacional de Poesía "Federico García Lorca" en su novena edición. Con su libro LOS ESTADOS TRANSPARENTES, obtuvo en 1994 el Premio Nacional de Poesía. 
     Este poeta y este libro no han sido, a pesar de estos tardíos galardones, lo suficientemente leídos y reconocidos. Autor de más de treinta poemarios, cuatro libros de prosas viajeras, y alguno más de ensayo, la calidad de su obra merece mucha atención de la que se le dedica.
     LOS ESTADOS TRANSPARENTES (Los Libros de la Frontera-El Bardo, 1993) es una de las mejores colecciones de poemas desde su aparición. De él destacamos estos tres poemas:




PIEDRAS PARA UNA CATEDRAL DE MONET

     Con la estructura del quejido,
con la porosidad de la ternura,
con la dureza de la idea,
nace la piedra.

     Desde el contorno de la bruma,
desde la mansedumbre de la arena,
desde la floración de los almendros,
desde la terquedad de la sequía,
surge la piedra.

     Surge la piedra y se levanta
y crece en farallones y en convulsas
crestas de lava fría y se fragmenta
y llena los vacíos
que en la memoria van quedando.

     Basamentos, calzadas
que desgastó la cáliga, columnas
truncadas en su gloria, aras
de inmolación, pirámides
funerarias, estatuas, foros, arcos
de triunfo y de miseria.

     Surge la piedra y se levanta
en gritos megalíticos, en fósiles
lamentaciones, en cavernas
con bocas, y gargantas que vomitan
soledad, en llamadas
al más allá, en preguntas.

     Claustros, pórticos, olas
de espuma leve y sólida, crujías,
rosetones y enigmas, ornamentos
de duro encaje, agujas,
cornisas voladoras, campanarios,
torres alzadas al vacío, templos,
catedrales talladas
por el hombre, en donde el hombre mismo
mira hacia arriba y tiembla.

     Como a través de un agua removida,
como en el parpadeo de un relámpago,
como vista entre lágrimas,
late rosa la piedra.

     En las puertas del tiempo martillean
las pulsaciones de la piedra.


OTOÑO EN LLAMAS

Como cada noviembre, las tristezas doradas
del otoño llamean
en los castaños. Sube de los barrancos hasta
la nieve de los picos un confuso revuelo
de amarillos y malvas y, entre las peñas, cuelgan
los pueblos como blanca ropa tendida. Todo
vuelve a la transparencia.
El silencio aún no ha dicho su última palabra.

La azada al hombro, un viejo
de estopa y cuero baja bordeando bancales
camino de Atalbéitar. En sus ojos azules
no hay preguntas. Le queda
la eternidad entera para que alguien le explique
qué es esto de la vida.

Como un zorzal tocado
por el plomo furtivo, una hoja marchita
desciende dando tumbos de lo alto del álamo.


DE LA MATERIA DE LOS TAXIS

     De nuevo te esperé en el desconsuelo
de la esquina. Por el bullicio oscuro 
iban, venían rojos autobuses,
acharolados taxis que, ocupados,
se detenían un segundo antes
del desencanto. La farola daba
entintado de "comic" a la espera.

     Los taxis están hechos con materia
de soledad, de presurosos besos,
de palabras sin terminar, de rápidos
adioses, de cabezas que se vuelven
como pidiendo auxilio. Cada taxi
va tejiendo y tejiendo su capullo
de seda por las calles, va encerrando
su mariposa entre los hilos tensos
de la ciudad que gime y que lo envuelve.

     ¿Por qué querer es esperar? La lluvia
tenaz parpadeaba en el cambiante
neón de Picadilly y los neumáticos
por el asfalto sonaban
como el desuello de una piel inmensa.
Todo el desecho de la prisa iba
acumulado en los asientos turbios
de los taxis. Su tántalo destino
era llegar para volver de nuevo.

     Los taxis se alimentan de colillas,
de tersos portafolios, de monturas
de gafas, de coronas funerarias,
de perfumados guantes, de pañuelos 
inmundos, de paraguas olvidados.
El horizonte de los taxis nace
a espaldas de la luz, está poblado
de sanatorios y consultas, linda
con discos y semáforos, discurre
por negocios y apremios y legajos.

     ¿A dónde va el amor cuando no acude
a nuestra cita? Una lenta hilera
de gotas resbalaban por el borde
de la farola anochecida. Un golpe
de tos quebrada restalló muy cerca 
de mi bufanda.El viento me azuzaba
los mastines del frío