Está enero temprano, con su espejo
De sombra en la mañana y, en la tarde,
Su luz amortiguada por el tiempo
Encendiendo la cima del paisaje.
Están los galgos y los hombres solos
Cazando en la paz de los campos fríos,
Y el gris de de la corteza de los olmos
Agonizando al borde del camino.
Están las lentas nubes y los pájaros
Negros flotando sobre el cielo blanco,
Y está el rumor oscuro de la niebla.
Están la calle y mi mirada húmedas,
Y la melancolía, ya madura,
Que cada invierno me visita, terca.