Álvaro Sarró publica, en cuidada autoedición, Fiebre onírica, una más que interesante colección de textos breves de diversa temática, en la que abunda el relato urbano.
De inmediato, entre escenas de violencia, sexo, alcohol, resacas y crisis existenciales, se aprecia un conocimiento y un interés sobresalientes de y por la literatura más clásica y más vanguardista: realismo, novela negra, tremendismo, enumeraciones caóticas con forma de poemas, experimentación, microrrelato, y más.
A destacar el cuidado y preocupación estética, y alguna incursión en la metaliteratura, como el texto de la página 110, que, con permiso del autor, transcribimos:
A destacar el cuidado y preocupación estética, y alguna incursión en la metaliteratura, como el texto de la página 110, que, con permiso del autor, transcribimos:
EL PROCESO DE LA ESCRITURA
La libreta de tapas azules descansa sobre la mesa. El
anciano se acaricia el rostro. Barba de varios días y costras de antiguos
tajos. No resulta fácil deslizar la cuchilla sobre un pellejo moribundo. Ahora
bebe un largo trago de mosto. Sus ojos relucen, húmedos y cansados. Me
analizan. Cuando habla, las palabras brotan resecan.
»Redactar
una frase con absoluta corrección gramatical está al alcance de cualquiera. Sacar
jugo a las palabras o transmitir emociones primarias a través del orden y el
estilo resulta mucho más complicado. Pero lo verdaderamente peliagudo es
encontrar imágenes nuevas e impolutas, temáticas que nadie haya reflejado,
escenas visionadas a través de un nuevo prisma. A un nuevo escritor hay que
evaluarlo por su inventiva, su creatividad, su imaginación, su capacidad para
remover las entrañas del lector.
»Así
que, cuando escribas –si es que escribes-, olvida las leyes gramaticales.
Déjate ir. Lo primordial es que la información fluya. Así lograrás expresar lo
intangible. El color del parque bajo la luz del crepúsculo. O qué evocan
exactamente los rayos del sol cuando se filtran por una ventana plagada de
cercos de polvo y gotas de lluvia.
»Recuerda
que se escribe mejor con el trasero incómodo, así que no te relajes. Y si te
rugen las tripas durante el proceso, alégrate. La concentración te habrá hecho
olvidar la comida, el desayuno o la cena, o quizá todo a la vez. Eso significa
que estarás en ruta. Habrás logrado lo más difícil…
»También
debes olvidar esas metáforas gastadas que algunos emplean para definir la
escritura. Escribir bien equivale a reventarse un grano enorme. Es un vicio,
una necesidad inexcusable. Requiere concentración. Frunces el ceño. Aprietas
los dientes. Nunca llegas a sentirte del todo limpio por dentro. Nunca dejas de
sentir ese placer. O se bloquea, o fluye. A veces, duele…»
Fuera
anocheció hace tiempo. He de volver, mamá se habrá enfadado. El viejo agita su
huesuda mano antes de terminar.
«… y
siempre deja marca,
y la
marca es para siempre. »