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martes, 26 de agosto de 2014

JULIO CORTÁZAR: 100 AÑOS. Capítulo 68 de RAYUELA




El maestro Cortázar habría cumplido hoy 100 años. Como unos de los más grandes escritores de todos los tiempos, merece todos los reconocimientos y conmemoraciones.
Nuestra mínima aportación en esta entrada es el enlace  a la insuperable entrevista, de más de dos horas, que Joaquín Soler Serrano le dedicó en el programa cultural de Radiotelevisión Española A FONDO, allá por la segunda mitad de los años 70. 
Además dejamos abajo este monumento de la creación literaria que es el capítulo 68 de su obra más ambiciosa, Rayuela:


68


Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y cañian en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se tordulaba los hurgalios, consintiendo en que él aproximara suavemente sus orfelunios. Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón, la esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumio, los esproemios del merpasmo en una sobrehumítica agopausa. ¡Evohé! ¡Evohé! Volposados en la cresta del murelio, se sentían balparamar, perlinos y márulos. Temblaba el troc, se vencían las marioplumas y todo se revolviraba en un profundo pínice, en niolamas de argutendidas gasas, en carinias casi crueles que los ordopenaban hasta el límite de las gunfias.


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