En una entrada del pasado mes de marzo, presentábamos el impagable trabajo de Mª Pilar Martínez Barca sobre Manuel Pinillos, a la vez que recordábamos al poeta aragonés, y anticipábamos que le dedicaríamos más páginas.
En esta segunda entrega, reproducimos dos poemas. los números 9 y 11 de su colección Aún queda sol en los veranos, de 1962. Poemas y título muy apropiados para estos días.
9
Bajo al
jardín. Modesto silencioso
jardín
de plantas pobres.
¡Pero
qué millonada de sonidos,
de
aromas y de voces!
El agua
de la acequia más cercana
lleva
un barco de flores.
Y el
crepúsculo próximo respira
con
brío de aéreos bosques.
Yo, que
estaba leyendo alguna carta
de
noticias salobres,
y tenía
guardada una revista
llena
de versos miopes,
los he
tirado entre la enredadera
y
sonreído entonces,
y me he inclinado hasta una flor sencilla
y he
besado sus bordes,
el
perfume tan hondo y enigmático,
su resplandor
informe:
mayor
que el negro caos que se inicie
cuando
explote la noche.
11
Cada
hora en que el calor aprieta
me
refugio en el cuarto de los libros.
En un
despacho de calmosa traza,
de un
ropaje benedictino.
Entre
las manos acaricio un tomo
de
reposado leer antiguo,
y
alguna tarde más apaciguada
me
viene a visitar un niño.
Cierro
las páginas fragantes
-Quijotes,
Lazarillos…-
y me
miro con algo de tristeza
vuelto
de los caminos.
Mas me
hundo en la lectura nuevamente.
¡Este
soy tan distinto!
Con lo
bueno y lo malo ya a la vista.
¡Duerme
tú entre los cien caminos
que no
han ido a ninguno deseado,
eterno
y olvidado niño!
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